Desequilibrios en el mercado de las relaciones

Advertencia: La economía no es siempre una ciencia moral, este análisis es más positivo que normativo y, al final de cuentas, esto es un blog, no un artículo científico.

Hombres y mujeres tenemos un mercado en desequilibrio de forma natural. La razón principal está en nuestra firma biológica, nuestra combinación natural de hormonas que nos hacen comportarnos de distintas maneras. En concreto, un hombre tiene mayor impulso sexual que una mujer.

Esta discrepancia, aunque aparentemente pequeña hace una gran diferencia y dicta nuestra dinámica de comportamiento. Si tomamos lo que damos a cambio de lo que la otra persona quiere como una abstracción de precio (desde el punto de vista económico, dejemos las moralidades a un lado por el bien del correcto entendimiento) entonces la mujer puede pedir a un hombre como precio desde nada, hasta un matrimonio, a cambio de lo que el quiere: sexo. Estamos abstrayendo muchos otros factores, por supuesto. Depende mucho del contexto lo que un hombre busca en una mujer, que puede incluir aspectos como personalidad, valores y que su dinámica familiar se ajuste con lo que él busca. Para simplificar las cosas, el hombre está dispuesto a ofrecer grados de compromiso en una relación a cambio de sexo, y la mujer está dispuesta a ofrecer tener sexo a cambio de los grados de compromiso que observe del hombre.

Si partimos de un modelo sencillo de esta manera, podríamos imaginar que tal vez exista un punto de equilibrio, digamos que A y B (mejor no me meto en broncas poniéndoles nombre) se ponen de acuerdo, ella está dispuesta a hacerlo sólo en relaciones de noviazgo monógamo. Pero si el hombre su demanda de sexo es mayor a la que puede obtener con ese pago (después de todo, entra en un monopolio), esta situación lleva a vicios en el mercado, por ejemplo, que rompa el acuerdo de monogamia. Supongamos un escenario en el que el impulso sexual de los hombres es mayor, posibles soluciones para él es el fingir interés en relaciones y tratar de convencer a las mujeres que tendrán el grado de compromiso que requieren en el futuro, algo parecido a quién falsifica cheques.

Bajo esta situación, las mujeres se tienden a volver más cautas. A veces ya ahogado el niño (sin intención de albur). Esto era en especial problemático antes de la aparición de métodos anticonceptivos. En la actualidad, este problema se ha aminorado, pues las mujeres pueden estar con quién quieran sin temor a quedar embarazadas. Esto ayuda a que los requerimientos de compromiso sean efectivamente menos importantes y así puedan estar con quienes ellas quieran.

La prostitución es un fenómeno que ayuda a «parchar» (no pun intended) el desequilibrio del mercado. Por un precio monetario, los hombres podían aminorar ese exceso de impulsos sexuales, sin tener que realizar pagos de compromiso. Me pregunto si el hecho de que no se alquilen hombres para que las mujeres los tengan en la friendzone obedece a lo costoso que eso resulta, a que de verdad es mucho el tiempo que se le tiene que invertir por lo que se vuelve muy caro o qué.

Laughter is always nerdy

One of the main ingredients of a good laugh is the unexpected. In that sense I claim that laugher has always some nerd part in it, in a very strict sense. Think about the best joke you can remember, the punchline is always a good plot twist or some bizarre unexpected thing in the sentence. That is probably why being more knowledgeable seems to be correlated with some unhappiness. It’s not that a nerd is not able to laugh, it’s just that it becomes by the time more difficult to find new unexpected things. 

As for me, I live for the next good laugh, which sometimes means that I always end up looking up for some too nerdy stuff. If the thing I am reading ends up being too serious I can always go find someone with a totally different background and try to learn from him/her. There is always something to share and to laugh about.

So there are no nerd jokes. In essence, all jokes are nerdy in some sense or another.